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La Gruta de Olimpia

Novela on line de una escritora argentina

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Saturday, June 03, 2006

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Capitulo -8-




Esteban se dejó caer en su sillón de cuero negro detrás de su escritorio. Encendió un cigarrillo, y decidió llamar a Francisco Menéndez. Marcó con lentitud cada uno de los números. Sabía la respuesta. Nunca lo atendía, desde esa tarde en el Estadio Las Naciones.
Sentados en las gradas, mientras los jugadores entraban en los vestuarios, el sol los cegaba con su fuerte luz del atardecer. El entrenador miraba sus dedos a medida que respondía con cansancio cada una de las preguntas de Esteban.
-¿ Cuánto tiempo dirigió a Deportivo U.?
-Fueron unos cuantos años. En realidad, comencé en el año ´73 hasta el ‘82
-¿Renunció por la muerte de Pablo Pardo?
Francisco Menéndez hizo un gesto de fastidio con sus manos. Frunció el seño. Clavó su mirada con ira en la de Esteban. Se puso de pie, y bajó los escalones de manera impetuosa. Caminó veloz hacia la puerta del vestuario, y desapareció tragado por la penumbra de la gran boca de cemento.
-No. Por acá no pasás- un hombre corpulento con un chaleco rojo había tomado del brazo izquierdo a Esteban.
-¡Por favor! Necesito terminar la nota.
-Otro día. Hoy no. Son órdenes.
Esteban salió del estadio angustiado. Tenía la sensación de que Francisco Menéndez estaba atrapado por una culpa. Lo envolvía a él, y a todo lo que lo rodeaba.
Un entrenador ya sin futuro. Un equipo hundido en la derrota y el desacierto. Nada parecía que cambiaría la suerte de Francisco Menéndez.
Esteban colgó el auricular del teléfono antes de completar la llamada. Pensó que era curioso. Deportivo U. obtuvo el título de campeón de la Liga, el mismo día que murió Pablo Pardo.
Abrió el cajón inferior de su escritorio, y extrajo una carpeta negra. La abrió. Seleccionó crónicas de la campaña de Deportivo U. en el año 1982. En casi todas aparecía la fotografía de Pablo Pardo, y sus marcas de honor. Era el mejor delantero de todo el campeonato. Leyó con atención la nota del día de la consagración. En un recuadro aparte estaba la noticia del fallecimiento del atacante más codiciado de los últimos tiempos.
Esteban observó un detalle. Era el único encuentro donde no había logrado convertir un gol. Según las crónicas de la época, se había presentado cansado, fatigado. La causa de muerte había sido un paro cardíaco sorpresivo.
El nombre de Francisco Menéndez reaparecía en los años ’90. Había recorrido varios países como entrenador. Era bastante lógico que al consagrarse campeón lo hubieran contratado clubes del exterior.
Esteban cerró los ojos. Estuvo unos minutos con la mente en blanco. Luego se puso de pie, antes de guardar la carpeta con los recortes, se detuvo en los nombres de la formación campeona del ’82. Anotó cada uno de los apellidos en su agenda, y decidió conseguir una entrevista con algunos de ellos. Miró el reloj de pie antiguo, herencia de su abuelo paterno. Las agujas marcaban las nueve de la noche. Hora de ir al diario pensó con cierto disgusto. Parte de su tiempo lo emplearía en ubicar a los ex compañeros de Pablo Pardo.
No podía escribir una biografía de Francisco Menéndez sin aclarar un punto tan oscuro de su vida- pensó Esteban mientras encendía el motor de su automóvil.

Sunday, May 28, 2006

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Capítulo -7-


Era una tarde agradable. Francisco Menéndez después de almorzar había salido a caminar. Pensaba en el sobre que había recibido más temprano. Apuraba su paso cada vez que repetía mentalmente La Gruta de Olimpia. Cruzaba las calles, y se adentraba en las veredas arboladas, sin dirigirse hacia ninguna parte.
Las manos se le humedecían al recordar aquellas días de los años ’70. Hubiera querido no haber regresado tan pronto de Italia. Debería haber aceptado el contrato que le ofrecieron para jugar en España. Pero ya no había posibilidad de redención.
Alberto Artigas la mañana siguiente de haber celebrado la sociedad apareció en un Ford Falcon amarillo, brillante. Se estacionó frente a la puerta de la antigua casa paterna de Francisco, y tocó varias veces la bocina.
Media hora más tarde ambos viajaban rumbo a la estancia donde conocería al mejor grupo de preparadores físicos del país.
-Ayer hablé con el doctor José Menger. Me anticipó algunos datos. La idea es hacer un lugar donde se logre la excelencia de los jugadores de fútbol...
Francisco escuchaba sin emitir palabra. Vio su boca reflejada en el espejo del automóvil. Sonrió como si tuviera alguien delante suyo.
-¿ Me escuchás?- Alberto le preguntó con un tono de protesta.
-Sí, claro- Francisco observó que había pocas vacas en los campos que bordeaba la ruta- El centro de excelencia...
Llegaron al cruce donde tomaron una carretera más angosta que la anterior. Antes de llegar a Azul se desviaron por un camino polvoriento. Anduvieron unos diez kilómetros, y llegaron a una tranquera que en su parte superior pendía una cartel: “La Gruta de Olimpia”.